En ocasiones, hacen falta agallas para decir las cosas, conocimiento para tener claro lo que se pretende decir y prudencia para saber cuánto se quiere decir y a quién… y, sobre todo, para no arrepentirse de lo uno dijo, o lo que es peor aún, de lo que uno no dijo en su momento…
lunes, 29 de abril de 2013
por decir lo que pienso sin pensar lo que digo más de un beso me dieron y más de un bofetón...
Hay
personas que hablan y no dicen nada, personas que callan y dicen lo que las
palabras no pueden expresar, personas que hablan demasiado y lo cuentan todo,
personas que dicen unas cosas y hacen otras que no tienen nada que ver,
personas que hablan en el momento preciso haciendo que sus palabras suenen como
una tormenta en época de sequía, personas que ponen música a sus palabras y crean
canciones, personas que vuelcan sus pensamientos en papel y permiten al resto
viajar por vidas ajenas sin necesidad de moverse, hay personas con las que no
hacen faltan palabras, personas que no te entenderían por más que hablaras,
personas a las que más les valdría callarse si no van a decir más que un
gilipollez tras otra, personas cuyo lenguaje son las caricias y los abrazos,
personas que hablan idiomas que no entiendes y a las que sin embargo comprendes
de maravilla, hay personas cuyas palabras te provocan escalofríos, personas que
proyectan películas cada vez que cuentan una historia, hay personas
con las al hablar se crea una burbuja envolvente que te lleva a otra dimensión, hay personas cuyas
palabras se pierden antes de llegar a ningún destino, hay personas que se pasan
la vida hablando sin escuchar a nadie y personas a las que la vida se les pasa
sin decir lo que quieren decir…
En ocasiones, hacen falta agallas para decir las cosas, conocimiento para tener claro lo que se pretende decir y prudencia para saber cuánto se quiere decir y a quién… y, sobre todo, para no arrepentirse de lo uno dijo, o lo que es peor aún, de lo que uno no dijo en su momento…
En ocasiones, hacen falta agallas para decir las cosas, conocimiento para tener claro lo que se pretende decir y prudencia para saber cuánto se quiere decir y a quién… y, sobre todo, para no arrepentirse de lo uno dijo, o lo que es peor aún, de lo que uno no dijo en su momento…
domingo, 14 de abril de 2013
profecía autocumplida...
Hoy me dio por asomar la cabeza a
través de la ventanilla y mirar por el espejo retrovisor para tratar
de averiguar si los hechos acontecidos son parte del guión de la
película de mi vida o si por el contrario dichas escenas son
improvisadas y se filman tal y como hacía Charlot con sus
películas...
Había algo diferente en el ambiente
aquellos días, algo que gritaba y me advertía de que una escena
grandiosa estaba a punto de ser grabada...
Bien es cierto que mi relación con la
creencia en el destino siempre ha resultado un tanto ambigua... Por
un lado, la idea de que el final de la película ya esté escrito de
antemano se me presenta como romántica y, en cierto modo,
esperanzadora. Sin embargo, mi educación de naturaleza más bien
escéptica impide que me lo acabe de creer del todo... Opino que las
personas actuamos como Chaplin, aprovechamos algunos “gags” que
nos vienen a la cabeza y a partir de ellos improvisamos tratando de
salir airosas, de que la escena funcione e incluso llegue a
convertirse ¿por
qué no? en nuestra obra maestra.
Existe una teoría a la que psicólogos,
sociólogos y demás hacen referencia con relativa frecuencia para
explicar diversos fenómenos. Me refiero a “la profecía
autocumplida”. Más o menos sería algo así como que la idea de
que un hecho va a ocurrir aparece en algún lado de nuestra mente, de
manera consciente o inconsciente, y es precisamente dicha idea la que
nos predispone a llevar a cabo tal hecho y a que, por lo tanto, se
haga realidad.
Creo que esto fue lo que me pasó por
aquel entonces. De mi cabeza surgían “gags”, ideas que me
llevaban a improvisar, a experimentar con lo que podía suceder si
decía esta frase o aquella otra, si jugaba con un gesto, una
mirada...y así iba, poco a poco, creando mis escenas...
Aunque, no lo sé, pensándolo mejor,
quizás el guión ya había sido ideado y el destino lo guardaba
delicadamente para mí a la vuelta de la esquina...
photo by: Monika Pufflerová
https://www.youtube.com/watch?v=KI1OuePz2pY
viernes, 5 de abril de 2013
contundencia y suavidad...
Esa especie de coraje que te otorga la
ignorancia de la inexperiencia fue lo que me llevó a esperar sentada
en la terraza de aquel café bajo los primeros rayos del sol de
abril.
Trataba de acelerar el paso del tiempo
leyendo las noticias del periódico que se encontraba sobre la mesa
pero éstas parecían insignificantes en comparación con la gran
hazaña que estaba a punto de realizar. Sus letras resbalaban por mi
mente como pequeñas gotas de lluvia que golpean contra la ventanilla
del vagón de un tren de alta velocidad.
Me decía que en la vida una ha de
poner voz a sus pensamientos para que no se queden revoloteando por
allí adentro, convertidos en ovillo de lana que se entrelaza con la
realidad impidiéndote ver más allá de toda esa maraña. Una ha de
luchar por sus intereses aún sabiendo que ello puede acarrear la
pérdida de ciertas cuestiones que a corto plazo hacen vibrar y
dibujan una sonrisa en la cara.
Mi profesora de teatro de la escuela
siempre me decía: “tienes que tener claro lo que realmente quieres
conseguir a través de tus acciones y palabras y, por lo tanto, qué
pretendes alcanzar con dicha puesta en escena. Una vez que lo sabes,
ya te puedes dedicar a perfilar los matices de tu personaje e idear
un atrezzo que te vaya como anillo al dedo para bordar dicho papel”.
Sentía que el festival de fin de curso del colegio, donde yo siempre
actuaba, estaba a punto de comenzar y que no sabía si tenía del
todo claro lo que pretendía.
Por la contundencia con la que revolvía
una y otra vez el café de mi taza, pareciera que el azúcar no se
fuera a disolver jamás... Contundencia...la contundencia suele
resultar complicada de combinar con la suavidad... Puesto que la
contundencia normalmente se asocia a la dureza y la suavidad a la
pasividad. Sin embargo, esta combinación es más sencilla de lo que
a primera vista parece y opino que consiste en liberar pequeñas
dosis periódicas de palabras claras que defiendan los intereses
propios y tengan en cuenta que el otro, como ser de la misma
condición, también siente y padece.
De pronto, le vi torcer la esquina de
la calle y mi corazón decidió ponerse a brincar para ver si en uno
de sus saltos conseguía fugarse por mi garganta y echar a andar...
Respiré hondo... 3... 2... 1... Que comience la función.
http://www.youtube.com/watch?v=tpeIePQpSuU
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