Llegados a este punto, te das cuenta de
que dos años parecen un espejismo, algo que nunca más será tan
palpable, unas cuantas imágenes que atesorarás en la memoria
tratando de que el tiempo no las difumine ni invente colores que no
existían.
Te das cuenta de todos los momentos,
lugares, personas y sensaciones que sólo esta ciudad hace posibles y
en la balanza aquello que te queda gana la guerra a los pequeños
duelos que los meses pudieran traer consigo.
Te das cuenta de lo que sacrificas en
aras de un futuro que esperas esté lleno de puertas abiertas y rezas
al universo para que ¡por favor! Valga la pena.
Te das cuenta de que la imagen que el
espejo te devuelve difiere de la que un día pisó por primera vez
los adoquines de este barrio convertido en hogar.
Y es que siempre habrá una pequeña
parte de ti que únicamente cobrará sentido al contacto con las
fachadas de estas calles...
Me llevo el cuerpo repleto de un cariño
tremendo por esta tierra y su gente, por su lengua, por el mar que
los mece y la montaña los avista y protege desde la alturas.
Cuando el concepto hogar se ha tornado
complejo y desconocido, creedme que se me llena la boca de placer y
se me eriza cada poro de la piel al ser capaz de designar a Barcelona
con esta palabra.
Siento gratitud hacia las personas que
se han unido a la aventura y que, estoy segura, continuarán mano a
mano la expedición porque “es tan lindo saber que ustedes existen”
que los kilómetros no pueden más que provocar carcajadas.
Pensaba que no tenía palabras que
resumieran estos dos años pero sin pensarlo mucho, que es otra cosa
que esta ciudad me ha enseñado, han surgido estas pocas.
Barcelona, mestra de vida,
com podria no estimar-te, et trobaré moltíssim a faltar…
(me falta alguna que otra persona en esta foto)
https://www.youtube.com/watch?v=5YXVMCHG-Nk