La teoría triangular del amor
establece que éste está compuesto por tres elementos básicos: la intimidad, el
compromiso y la pasión. De la combinación de estos tres componentes
surgen siete formas diferentes de amor: el cariño, el
encaprichamiento, el amor vacío, el amor romántico, el amor
compañero, el amor loco y el amor consumado.
Partiendo de mi manía por deshacer los
nudos que enredan la maraña de mis sentimientos y de lo que me gusta convertirme en espectadora de emociones ajenas, me he atrevido en más de
una ocasión a teorizar acerca de cómo surge ese magnetismo que
ciertas personas parecen irradiar a modo de pequeños imanes injertos
en cada poro de su piel.
Las primeras veces que sentí algo que
se pareciera a dicha atracción, el magnetismo partía de la
epidermis de la otra persona e iba tirando de mí poco a poco hacia
su interior, dejándome, en algunas ocasiones, pasar a la dermis e,
incluso, a todo el tejido subcutáneo hasta llegar al hueso.
Sin
embargo, esta ruta de afuera hacia adentro, no me acaba de convencer
del todo... Las pieles suelen traer envuelta demasiada desilusión y el
bonito papel nunca parece contener el regalo que tanto esperabas.
Ahora preferiría que la corriente
eléctrica que une tus aurículas y ventrículos a los míos fuera la
que finalmente se encargara de imantarte enterito, desde adentro
hacia afuera, de la intimidad a la pasión...
http://www.youtube.com/watch?v=iUXs4Nt3Y7Y