Querida amiga mía,
¿Dónde
quedó la sonrisa pintada con permanente en tu cara? ¿A
dónde se marcharon las ganas insaciables de estar en todo, de no derrochar ni un
instante? ¿Qué
fue de aquella verborrea congénita que te obligaba hablar, parlar,
speak, parler, falar e incluso a “tal” sin cesar?
Te marchaste de aquella cueva al amparo
de la cual encontrabas protección en los fríos días de invierno y
frescor cuando el verano apretaba con su sofocante calor. Allá
adentro el resto de homo sapiens sapiens con los que convivías
siempre sospecharon que había algo raro en ti... Y es que ambas
sabemos que no te acababa de convencer aquel ciclo de proyecciones de
películas rupestres a las que ellos eran tan aficionados. Tus ojos
nunca han sido buenos en materia de disimulo...
Así que un día decidiste partir,
escapar de esa realidad, para descubrir el mundo que se encontraba
tras aquellas paredes hostiles. Saliste manchada de barro hasta
las entrañas y tus pasos te trajeron hasta aquí, hasta este árbol
solitario a la orilla del río, para que paulatinamente la piel
recobrara su brillo y los ojos se fueran acostumbrando a los colores que
todo cuanto te rodeaba desprendía a la luz de un sol desconocido para los
habitantes de la caverna.
Tiempo al tiempo, al principio será
duro, a tus pulmones les llevará unos días aprender a embriagarse
de este aire tan limpio y fresco. Túmbate en la hierba, siente como
acaricia tu cuerpo, disfruta de su textura mientras el sonido del
agua bajando por el arroyo te mece, brindándote la serenidad
necesaria para vivir en este mundo con más gloria que penas.
No sucumbas al conformismo disfrazado
de comodidad que habita entre las estalactitas y las estalagmitas.
Los que allí residen primero trataran de persuadirte para que
regreses y de infectarte con sus ideas acerca de tu falta de cordura
y sensatez. Más adelante, te convertirás en enemiga del clan... No
le des mayor importancia ni cargues culpa sobre tus hombros. Responde con condescendencia, puesto que su
ceguera no les permite ver lo que hay detrás y, por todos es sabido,
que la ignorancia hace el atrevimiento.
Sobre todo, sobre todo ¡basta ya de
espeleología! Ya lo has probado y no te gusta ¿por
qué narices te empeñas tanto?
Esta naturaleza exterior que ahora te rodea acabará por
convertirse en compañera de viaje y amiga fiel. Pocos son los que la
pueblan pero poseen más valor que 500 cavernícolas juntos. Dale
tiempo y date tiempo...
Un fuerte abrazo de tu amiga.
A mi hermana, que me siempre me recuerda por dónde anda el río.
"Mírame… ¿Qué hago aquí?.
Mírame, tu juego me ha dejado así.
No sé qué fue de aquel rumor que nos vio nacer,
pagó la jaula al domador.
Mírame, soy feliz"
http://www.youtube.com/watch?v=J5TUIStPW0w