jueves, 14 de noviembre de 2013

Espeleología


Querida amiga mía,

¿Dónde quedó la sonrisa pintada con permanente en tu cara? ¿A dónde se marcharon las ganas insaciables de estar en todo, de no derrochar ni un instante? ¿Qué fue de aquella verborrea congénita que te obligaba hablar, parlar, speak, parler, falar e incluso a “tal” sin cesar?
Te marchaste de aquella cueva al amparo de la cual encontrabas protección en los fríos días de invierno y frescor cuando el verano apretaba con su sofocante calor. Allá adentro el resto de homo sapiens sapiens con los que convivías siempre sospecharon que había algo raro en ti... Y es que ambas sabemos que no te acababa de convencer aquel ciclo de proyecciones de películas rupestres a las que ellos eran tan aficionados. Tus ojos nunca han sido buenos en materia de disimulo...
Así que un día decidiste partir, escapar de esa realidad, para descubrir el mundo que se encontraba tras aquellas paredes hostiles. Saliste manchada de barro hasta las entrañas y tus pasos te trajeron hasta aquí, hasta este árbol solitario a la orilla del río, para que paulatinamente la piel recobrara su brillo y los ojos se fueran acostumbrando a los colores que todo cuanto te rodeaba desprendía a la luz de un sol desconocido para los habitantes de la caverna.
Tiempo al tiempo, al principio será duro, a tus pulmones les llevará unos días aprender a embriagarse de este aire tan limpio y fresco. Túmbate en la hierba, siente como acaricia tu cuerpo, disfruta de su textura mientras el sonido del agua bajando por el arroyo te mece, brindándote la serenidad necesaria para vivir en este mundo con más gloria que penas.
No sucumbas al conformismo disfrazado de comodidad que habita entre las estalactitas y las estalagmitas. Los que allí residen primero trataran de persuadirte para que regreses y de infectarte con sus ideas acerca de tu falta de cordura y sensatez. Más adelante, te convertirás en enemiga del clan... No le des mayor importancia ni cargues culpa sobre tus hombros. Responde con condescendencia, puesto que su ceguera no les permite ver lo que hay detrás y, por todos es sabido, que la ignorancia hace el atrevimiento.
Sobre todo, sobre todo ¡basta ya de espeleología! Ya lo has probado y no te gusta ¿por qué narices te empeñas tanto?
Esta naturaleza exterior que ahora te rodea acabará por convertirse en compañera de viaje y amiga fiel. Pocos son los que la pueblan pero poseen más valor que 500 cavernícolas juntos. Dale tiempo y date tiempo...

Un fuerte abrazo de tu amiga.







A mi hermana, que me siempre me recuerda por dónde anda el río.

"Mírame… ¿Qué hago aquí?.
Mírame, tu juego me ha dejado así.
No sé qué fue de aquel rumor que nos vio nacer,
pagó la jaula al domador.
Mírame, soy feliz"

http://www.youtube.com/watch?v=J5TUIStPW0w



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