lunes, 14 de abril de 2014

El corazón que se trae por defecto


He avistado el mismo horizonte de antaño, sacude mi melena con recuerdos guardados en algún viejo estante que andaba escondido bajo los bártulos del presente.
Mis manos, mis ropas, mis gestos, los idiomas de mi mente, moldeados a lo largo de estos años, mezclan baldosas modernistas con losas de mármol, azul mediterráneo con canales pálidos y mis miedos con focos de escenario.
La cabeza luce más segura y alta, los pies sienten más firme el contacto con este manto verde y los ojos miran más curiosos y desafiantes las olas que aún están por romper.
Extraño músculo, ese que no ha dejado de contraerse desde que un día unas cuantas células lo cimentaran, él continúa su baile ajeno a tanta parafernalia, sigue el compás de los ritmos instintivos que le vinieron dados. De poco le han servido las técnicas de danza, los abrigos, corazas, escondites o neveras en los que tratar de encontrar cobijo... Cuando le tocan las ondas de la melodía adecuada, mi corazón sigue saltando conectado a lo más primitivo de su ADN y se entrega con todo su ser a la tarea.









https://www.youtube.com/watch?v=eJqBGXwCRWQ


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