La teoría triangular del amor
establece que éste está compuesto por tres elementos básicos: la intimidad, el
compromiso y la pasión. De la combinación de estos tres componentes
surgen siete formas diferentes de amor: el cariño, el
encaprichamiento, el amor vacío, el amor romántico, el amor
compañero, el amor loco y el amor consumado.
Partiendo de mi manía por deshacer los
nudos que enredan la maraña de mis sentimientos y de lo que me gusta convertirme en espectadora de emociones ajenas, me he atrevido en más de
una ocasión a teorizar acerca de cómo surge ese magnetismo que
ciertas personas parecen irradiar a modo de pequeños imanes injertos
en cada poro de su piel.
Las primeras veces que sentí algo que
se pareciera a dicha atracción, el magnetismo partía de la
epidermis de la otra persona e iba tirando de mí poco a poco hacia
su interior, dejándome, en algunas ocasiones, pasar a la dermis e,
incluso, a todo el tejido subcutáneo hasta llegar al hueso.
Sin
embargo, esta ruta de afuera hacia adentro, no me acaba de convencer
del todo... Las pieles suelen traer envuelta demasiada desilusión y el
bonito papel nunca parece contener el regalo que tanto esperabas.
Ahora preferiría que la corriente
eléctrica que une tus aurículas y ventrículos a los míos fuera la
que finalmente se encargara de imantarte enterito, desde adentro
hacia afuera, de la intimidad a la pasión...
http://www.youtube.com/watch?v=iUXs4Nt3Y7Y
Por eso muchas veces lo niños, la esencia de la inocencia, prefieren jugar con el envoltorio de colores brillantes que arropa un regalo con el que nunca juegan.
ResponderEliminarMás fuera que dentro.
Más natural.
Pero también se podría observar del la forma inversa: los niños muchas veces rompen el envoltorio rápidamente, sin prestarle atención porque lo que realmente buscan es jugar con la esencia de lo que éste guarda adentro.
ResponderEliminarYo era uno de ellos!
ResponderEliminar:) yo también y quisiera seguir siéndolo todo lo que me fuera posible!
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